martes, enero 30, 2007

Concluidas las vacaciones, a retomar el trabajo


Concluyeron unas excelentes vacaciones que fueron tan esperadas y se han ido volando. Durante las mismas tuve la oportunidad de coincidir con muchos ex miembros de la Obra y como experiencia puedo decir que ha sido sumamente aleccionadora.

Cuando te vas, piensas que todo te ira cuesta arriba y que jamás podrás salir adelante. Esto se debe a que durante muchos años –o pocos según cada caso- te han machacado con que si dejas la vocación, has traicionado a Dios y serás un desgraciado – o desgraciada -, en fin, que uno sale con ese temor a la maldición que sabes te ha caído automáticamente y que se cumplirá a raja tabla. Pues bien, no es así y eso lo he podido comprobar con las personas con las que he tenido la oportunidad de conversar.

Por supuesto que siempre se presentan los problemas, pero la diferencia es que ahora si les podemos poner nombre y apellido, comentarlo sin temor a ser reprendidos por falta de “visión sobrenatural”, la cual no se pierde, es más, considero que adquiere su justa dimensión. Pero ya me estoy saliendo del tema concreto que deseo comentar acá y es lo que ha supuesto para mi el poder conversar con las personas que he indicado.

Me ha llamado poderosamente la atención la calidad humana de cada uno y de cada una, así como su nivel intelectual y profesional. Son precisamente estos aspectos los que les han permitido salir adelante, afrontar la vida y construir un nuevo proyecto para cada uno que se ve muy prometedor y que ya está dando sus frutos. No aparece resentimiento alguno, ni apocamiento y mucho menos temor, sino una mirada limpia, diáfana y esperanzadora, pero sobre todo, son gente que sabe reír y hacer reír, con espontaneidad sin temor a nada ni a nadie. Asimismo te brindan su amistad desinteresadamente y eso vale muchísimo, porque prácticamente han aprendido a ser amigos al momento de salirse de la Obra. Dentro de ella esa amistad no era permitida, ahora si y por lo cual te sientes querido, arropado y comprendido.

En esos encuentros he llegado a reafirmar una conclusión que tenía desde hacía mucho tiempo y es que se han ido los mejores. Claro yo no entro en esa categorización, lo digo por los demás, por los que he conocido y tratado. Esta afirmación contrasta con los que aún están dentro y que también tuve la oportunidad de ver y conversar. No quiero decir que sean gente mala, sino lo digo por lo que comento a continuación. Me llamó poderosamente la atención que al encontrarnos y comentar mi salida, lo primero que me decían es que los perdonara ya que se sentían en parte culpables por lo sucedido. Yo agradecí ese detalle pero les aclaré que en primer lugar no tenían la culpa, porque de ser así, no me hubiera esforzado en encontrarme con ellos –cada uno por separado claro está-. Luego que no podían pedirme perdón por nada ni mucho menos en nombre de la institución, porque todos teníamos claro que nadie representa a la Obra y que cada uno es responsable de sus actos. Este dato fue una constante, el complejo de culpa que se respira estando dentro. Yo aún lo llevo y aunque estoy luchando por superarlo, esto no es fácil. No obstante agradecí ese gesto y les recalque que mi amistad, cariño y aprecio por cada uno seguía intacto.

Cada encuentro fue especial, único e incomparable. Durante la conversación se fueron desmontando una a una todas las cosas en las que creí durante muchos años y que pensé que traicionaba con mi salida de la Obra. Al finalizar cada entrevista, tenía material suficiente para reflexionar sosegadamente y reencontrarme a mi mismo, valorarme como persona y convencerme que la vida sigue con miles de posibilidades ante mí. Como he dicho, cada momento de los vividos con ex miembros tiene un valor incalculable pero el punto central de los mismos fue una cena organizada por los de otra Región. Si ya estaba sumamente impresionado por todo lo que iba escuchando, lo hablado en esa actividad rebasó con creces todas mis expectativas. Me llamó la atención el hecho de poder sentarme a la mesa con chicas que habían sido de la Obra, claro está que antes eso hubiera sido imposible, es más ni siquiera atisbar un pensamiento en ese sentido. Asimismo me impresionó saber que las chicas pensaban en la Obra –cuando pertenecían a ella- en femenino, lo contrario a nosotros que siempre fue en masculino.

El ambiente durante la cena fue de amistad y de cariño, aunque nunca nos habíamos visto antes, era como un reencuentro después de mucho tiempo de estar alejados unos de los otros. Por otra parte, el reírse de cosas que antes eran consideradas intocables, le da a esos encuentros un cariz muy especial y para mi eso fue novedoso. Me enteré por ejemplo que según el Derecho Canónico, nunca había pertenecido a la institución, sino solo colaborado. Y así fueron cayendo uno tras otro, todos los postulados que durante muchos años me tuvieron atado.

Si cuento todo esto, si les robo un poco de su tiempo en la lectura de este texto, es con el fin de demostrar que se puede salir adelante, que se puede dejar el pasado en su lugar, es decir, atrás, que hay que poner la vista hacia delante y recordar lo vivido únicamente como una experiencia, dura para algunos, pero que también tuvo sus momentos emotivos y alegres como los comentados durante la cena que he mencionado anteriormente.

La vida sigue, es cuestión que cada uno y cada una sepamos aprovechar esos momentos para sacarle el jugo, para aprender, para conocer y sobre todo, para brindar nuestra amistad desinteresada y nuestro apoyo a quien lo necesite.

Abrazos

A. V.

1 comentario:

gusramca dijo...

Life goes on bro...

Asi es la vida, continua su paso. Creo que hemos aprendido mucho, sobre todo a mirarnos al espejo y no sentir verguenza de lo que vemos, de lo que sentimos, de quienes somos y a quienes representamos.

La vida continua y seguiremos colgados de ella. En toda circunstancia.